- Ser lo más organizado posible. Así como se planean las actividades diarias, también hay que reservar un espacio para el desayuno, el almuerzo y la comida. Eso sí, es importante respetar los horarios y cumplirlos, no dejarlos en el papel.
- Cuando uno trabaja desde casa se mueve menos, y es importante no ser alcagüete de la pereza. Seguir retos en aplicaciones de ejercicio o usar un buen portátil para conectarse a una clase en línea son buenas formas de incluir la actividad física en la jornada. ¡Todo vale!
- Hay que reducir el consumo de azúcar, fritos y comida chatarra; y subirle a la ingesta de frutas y verduras.
- Alimentarse bien no quiere decir que uno tenga que privarse de lo que le gusta. La clave es tener consciencia de lo que uno come y cuidar los tamaños de las porciones.
- Hay que darle rienda suelta a la creatividad, incluso en la cocina. Cuando uno está más tiempo en casa puede aprovechar para cocinar y probar nuevas recetas.
- El estrés o la ansiedad hacen que uno tenga ganas de picar algo entre comidas. En esos momentos recomendamos elegir snacks altos en fibra y proteína.
- Si se va a comer algo entre comidas, se puede aprovechar para tomar una pausa activa. Por ejemplo, preparar un café para acompañar una mezcla de nueces o una barra de cereales y tomarse unos minutos para recargar baterías.
- Hay que mantenerse hidratado. Nosotros aconsejamos tener una botella de agua en el escritorio a manera de recordatorio.
Cuando una persona hace teletrabajo es posible que descuide sus hábitos alimenticios. Creemos que la clave es ser consciente de la que se come, elegir alimentos altos en fibra y bajos en azúcar, y buscar alguna manera para hacer al menos 30 minutos de ejercicio. En la medida en la que se cuide la salud, se puede ser más creativo y productivo.